BLOG DE ADRIAN CRUZ MARTINEZ // In nican ca tlamachilliztlatolzazanilli ye huecauh mochiuh- Aquí están las palabras-recuerdo que repiten lo que se sabe que sucedió en la antigüedad

martes, 28 de mayo de 2013

Mensaje del presidente Manuel Ávila Camacho al Congreso de la Unión donde propone declarar un estado de guerra a la potencias del Eje ( 28 de mayo de 1942)


28 de mayo de 1942

Honorables Miembros del Poder Legislativo:

Me presento a cumplir, ante ustedes, el más grave de los deberes que incumben a un Jefe de Estado: el de someter a la Representación Nacional la necesidad de acudir al último de los recursos de que dispone un pueblo libre para defender sus destinos.

Según lo informó oportunamente a la Nación el Gobierno de la República, durante la noche del 13 del mes en curso, un submarino de las potencias nazifascistas torpedeó y hundió en el Atlántico, a un barco tanque de matrícula mexicana, el "Potrero del Llano".

Ninguna consideración detuvo a los agresores. Ni la neutralidad del país al que la nave pertenecía, ni la circunstancia de que ésta llevase todos los signos externos característicos de su nacionalidad, ni la precaución de que el barco viajase con las luces encendidas a fin de hacer claramente perceptibles los colores de nuestra bandera; ni, por razones de derecho internacional y humanitarias, el deber de otorgar a los miembros de la  nave la oportunidad de atender a su salvamento.

De los 35 tripulantes, en su integridad mexicanos, sólo 22 lograron llegar a Miami y uno de ellos, pocas horas más tarde, pereció víctima de las lesiones sufridas durante el hundimiento. Con la suya, fueron catorce las vidas segadas por el ataque de los países totalitarios.

 Catorce vidas de hombres jóvenes y valientes, sobre cuyo recuerdo la Patria entera se inclina con emoción.
Tan pronto como el Gobierno de México tuvo conocimiento del atentado, formuló una enérgica protesta, que fue transmitida al Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia, país que en diciembre de 1941 aceptó hacerse cargo de nuestros intereses en Alemania, Italia y Japón.

En dicho documento, México establecía que, si en el plazo de una semana, contada a partir del jueves 14 de mayo, el país responsable de la agresión no procedía a darnos una satisfacción completa, así como a proporcionarnos las garantías de que nos serían debidamente cubiertas las indemnizaciones por los daños y perjuicios sufridos, adoptaríamos las medidas que reclamara el honor nacional.

El plazo ha transcurrido: Italia y Japón no han respondido a nuestra protesta. Peor aún. En un gesto de menosprecio que subraya el agravio y mide la arrogancia del agresor, la Cancillería alemana se rehusó a recibirla.

Pero no se limitó a esto la alevosía de los Estados totalitarios. Siete días después del ataque al "Potrero del Llano'', un nuevo atentado se llevó a cabo. En la noche del miércoles 20, otro de nuestros barcos, el “Faja de Oro" fue torpedeado y hundido frente al litoral norteamericano, en condiciones idénticas a las que se registraron en el caso anterior.

Esta vez, también, tuvimos que deplorar la pérdida de un valeroso grupo de compatriotas. De los 35 tripulantes de la nave a que me refiero, 6 han desaparecido.Los 29 restantes, recogidos por un guardacostas de los Estados Unidos llegaron a Cayo Hueso en la mañana del día 22 del actual: uno de ellos falleció a bordo del guardacostas y seis se encuentran heridos. Todas las gestiones diplomáticas han terminado y se plantea ahora la necesidad de tornar una pronta resolución. Antes de someter a ustedes la proposición del Ejecutivo, deseo declarar solemnemente que ningún acto del Gobierno o del pueblo de México puede justificar el doble atentado de las Potencias totalitarias.

El resumen de los acontecimientos internacionales desarrollados durante los últimos años constituye la más elocuente demostración de la impecable actitud de nuestro país y de lo ingenuo del atropello que se nos hace. Tan pronto como la agresión del Japón y de Italia se proyectó contra China y contra Etiopía, comprendimos que había principiado una época en la que todos tendríamos que asumir responsabilidades de alcance trascendental. Los hechos no tardaron en revelar que los más sombríos pronósticos iban a realizarse. En 1936, fue la guerra de España, golpe de Estado internacional que, con la apariencia de una revolución de finalidades nazifascistas, hundió al heroico pueblo español en un mar de sangre.

En 1938, tocó el turno a Austria; amagada por la superioridad de un ejército frente a cuyas armas se vio en la obligación de aceptar las condiciones de una anexión ultrajante e ignominiosa. En 1939, asistimos a la desaparición de Checoslovaquia y de Albania. Y, poco después, a la invasión de Polonia. Este último hecho, por los compromisos políticos que violaba, obligó a Inglaterra y a Francia a declararse en estado de guerra con Alemania.

A partir de entonces, las agresiones se sucedieron con un ritmo cada día más rápido y más cruel. Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y el Gran Ducado de Luxemburgo fueron cayendo en espacio de pocos meses, vejados en su posición de Neutralidad por Gobiernos para quienes los tratados son letra muerta, los derechos simples ficciones y el cumplimiento de la palabra empeñada un argumento carente de validez.
El colapso de Francia y la entrada de Italia en la guerra dieron ocasión a Alemania para aumentar su lista trágica de injusticias, destrozando la varonil resistencia de Grecia y de Yugoslavia; imponiendo a Rumania un gobierno sumiso, a Hungría bajo el yugo de la política agresora, atando a Bulgaria con los Estados Imperialistas y preparando así, brutalmente, la acometida contra Rusia.

El nuevo paso a ejecutar ideado por los nazifascistas iba a ser el aplastamiento del pueblo ruso, pero contra la capacidad combativa de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, ha fracasado el poder ofensivo de los ejércitos de Alemania.El arrojo de los defensores de Moscú y Leningrado permitió el establecimiento de un frente enorme, en el que está librándose en estos momentos la más grande de las batallas de que tiene noticia la humanidad.

Mientras tanto, en la sombra, como lo había hecho Italia desde la iniciación de la guerra hasta la derrota de Francia, el tercer actor de este drama se disponía a entrar en escena agrediendo a los Estados Unidos en las Islas Filipinas y en Hawaii. Con el ataque a Pearl Harbor y a Manila, el Japón extendió todavía más el campo de las operaciones militares y el conflicto se presentó hasta para los más ignorantes e impreparados como lo que era realmente desde un principio; es decir, como el intento de sojuzgar al mundo entero.

América no podía dejar sin respuesta la provocación de los jefes totalitarios. México que, tras de expresar su simpatía por la causa del pueblo Chino, se había opuesto a la guerra de Etiopía y había tendido su mano desinteresada y amiga a la España Republicana; México, que protestó contra la anexión de Austria y contra la ocupación de Checoslovaquia; México, que condenó la violación de la neutralidad de Noruega, de Holanda, de Bélgica y del Gran Ducado de Luxemburgo, así como las campañas contra Grecia, Yugoslavia y Rusia. Levantó también esta vez su voz, y leal al espíritu de los compromisos adquiridos en las conferencias de Panamá y de la Habana, rompió desde luego sus relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón.

Antes de llegar a esa ruptura, Alemania había pretendido vulnerar en varias circunstancias el sentido de nuestra soberanía, ya sea exigiendo la adopción de determinados sistemas que no estaban de acuerdo con nuestra voluntad política nacional según ocurrió en ocasión de la imperiosa nota enviada a la Secretaría de Relaciones Exteriores con motivo de la inclusión de ciertas empresas en las listas negras formuladas por el Gobierno Norteamericano ya sea ordenando, de la manera más descortés, la clausura de nuestros Consulados en la zona ocupada de Francia.

En uno y en otro caso, la reacción de México fue inmediata a la nota del Ministro alemán sobre el asunto de las listas negras  contestamos rechazando la intervención de su Gobierno,y , a la orden de clausura del Consulado Mexicano instalado en París, correspondimos con la supresión de todas las agencias consulares que nuestra nación tenía establecidas en Alemania y con la cancelación del exequátur de que gozaban los Cónsules alemanes en la República.

Estas medidas, que hacían honor a nuestra dignidad, demostraban claramente que nuestra intención no era belicosa. Sabíamos demasiado bien lo que significa la guerra, y por mucho que nos hiriese la injusticia de los países totalitarios, juzgábamos que las disposiciones adoptadas ponían a salvo nuestro decoro y seguían las líneas de conducta que aconsejaban la prudencia del Gobierno y los propósitos del país. Igual criterio nos guió al enterarnos del estado de guerra existente entre los Estados Unidos y Alemania, Italia y Japón.

Ustedes, que conocen el escrúpulo con que el gobierno ha procurado siempre atender las aspiraciones justas de la opinión, podrán imaginar sin esfuerzo el incomparable problema que representó para el Ejecutivo el elegir entre las diversas responsabilidades que en ese instante solicitaban mi conciencia de gobernante y de mexicano. Dos caminos se ofrecían entonces a México. Uno, el de la guerra. Otro, el de cesación de todas nuestras relaciones con los Estados nazifascistas. Al optar por esta última solución, creímos interpretar adecuadamente el deseo nacional. Debo añadir con satisfacción que nuestra actitud coincidió con la de la mayoría de las Repúblicas del Continente y que mereció una aceptación general en la Junta de Cancilleres de Río de Janeiro.

El cuadro que acabo de trazar describe con exactitud la situación en que nos hallábamos el día 13 de mayo. Unidos a los demás pueblos libres de este Hemisferio por los vínculos de la amistad panamericana, rotas nuestras relaciones con las Potencias imperialistas de Europa y Asia, procurábamos estrechar nuestra solidaridad con las democracias y nos absteníamos de ejercer actos de violencia conga las dictaduras. Los nacionales de Alemania, Italia y Japón residentes en la República disfrutaban de todas las garantías que nuestra Constitución otorga a los extranjeros. Ninguna autoridad mexicana los molestaba en el ejercicio de sus actividades lícitas; nadie los hizo objeto de persecuciones o de medidas de coacción. En otras circunstancias, hubiéramos podido estimar que nuestra paz no se hallaba amenazada directamente. Sin embargo, sentíamos que, dentro de la red bochornosa en que se ha convertido a la historia de los gobiernos nazifascistas; México podría verse envuelto, contra su voluntad, el día menos pensado.  Por eso organizábamos nuestra defensa y vigilábamos nuestras costas; por eso tomábamos las determinaciones indispensables para incrementar nuestra producción y por eso, en cada discurso, en cada acto público, repetíamos la exhortación de vivir alertas y preparados para el ataque que, de un momento a otro, pudiera sobrevenir.

El 13 de mayo el ataque vino. No decidido y franco, sino desleal, embozado y cobarde, asestado entre las tinieblas y con la confianza absoluta en la impunidad. Una semana más tarde, se repitió el atentado. Frente a esta reiterada agresión, que vulnera todas las normas del Derecho de Gentes y que implica un ultraje sangriento para nuestra Patria, un pueblo libre y deseoso de mantener sin mancha su ejecutoria cívica no tiene más que un recurso: el de aceptar valientemente las realidades y declarar según lo propuso el Consejo de Secretarios de Estado y de Jefes de Departamentos Autónomos reunido en esta Capital el viernes 22 del corriente que, a partir de esa fecha, existe un estado de guerra entre nuestro país y Alemania, Italia y Japón.

 Estas palabras "estado de guerra" han dado lugar a interpretaciones tan imprevistas que es menester precisar detalladamente su alcance. Desde luego, hay que eliminar todo motivo de confusión. El  estado de guerra es la guerra. Sí, la guerra, con todas sus consecuencias; la guerra, que México hubiera querido proscribir para siempre de los métodos de la convivencia civilizada, pero que, en casos como el presente y en el actual desorden del mundo, constituye el único medio de afirmar nuestro derecho a la Independencia y de conservar intacta la dignidad de la República.

Ahora bien si el "estado de guerra" es la guerra misma, la razón que tenemos para proponer su declaración y no la declaración de guerra, obedece a argumentos muy importantes, que me siento en la obligación de aclarar aquí. Tales argumentos son de dos órdenes. Por una parte, la declaración de guerra supone en quien la decide la voluntad espontánea de hacer la guerra. Y México, sería inconsecuente con su tradición de país pacifista por excelencia si admitiera, aunque sólo fuese en la forma, que va al conflicto por su propio deseo y no completito por el rigor de los hechos y por la violencia de la agresión. Por otra parte, el que declara la guerra reconoce implícitamente la responsabilidad del conflicto. Y esto, en nuestro caso, sería tanto más absurdo cuanto que los agredidos somos nosotros.

Atendiendo a estas circunstancias, la situación que expone el Ejecutivo es igual a la que escogieron, en septiembre de 1939, los Gobiernos de Inglaterra y de Francia al entrar en guerra con Alemania, y el 8 de diciembre de 1941, el gobierno de los Estados Unidos al entrar en guerra con el Japón. Semejante modalidad, que responde a la verdad de las cosas y a la limpieza de nuestra vida internacional, deja a salvo nuestra doctrina jurídica, pero no disminuye la significación del acto, ni aminora sus riesgos, ni debe ser estimada como un paliativo a nuestra franca resolución.

El estado de guerra en que se encontrará el país si ustedes aprueban mi iniciativa, no querrá decir que México va a entregarse a persecuciones injustas. La defensa de la patria es compatible con la tradición de generosidad y decencia mexicanas. Tampoco significará que la vida interior de la República va a alterarse, suspendiendo aquellas garantías que puedan mantenerse, sin quebrantar el espíritu de la defensa nacional. Debemos confiar mucho más en el patriotismo que en las medidas represivas. En el sentido cívico de la nación, más que en el uso arbitrario de la fuerza.

Pueden ustedes estar convencidos de que, antes de dar este paso, he tomado en cuenta todas las reflexiones que se habrán presentado también ante vuestro examen. Me he detenido, con reverencia, frente al panorama augusto de nuestra historia. Desde la época precortesiana y durante las luchas de la conquista, nuestros antepasados se caracterizaron con el épico aliento con que supieron vivir y morir por la defensa de sus derechos. Su recuerdo es una lección de heroísmo en la que encontramos un estímulo permanente para combatir contra todas las servidumbres. A partir de la hora de nuestra emancipación política, la vida exterior de México ha sido igualmente un constante ejemplo de honradez, de decoro y de lealtad. Fieles a los postulados de la democracia, hemos preconizado siempre la igualdad física y moral de los pueblos, la condenación de las anexiones logradas por la violencia, el respeto absoluto de la soberanía de los Estados y el anhelo de buscar a todos los conflictos una solución pacífica y armónica. Tenemos la experiencia del sacrificio; no la del oprobio. Hemos sabido del infortunio; no de la abdicación.

Una trayectoria tan noble nos marca el imperativo de continuarla. De ahí que, al venir ante ustedes, no intente yo reducir la magnitud de las privaciones que podrá representar para todos nosotros, durante años, la determinación que propongo a Vuestra Soberanía. Soy el primero en apreciar el esfuerzo que va a requerir del país la situación en que nos hallamos.

 Pero si no hiciéramos ese esfuerzo, ¿No perderíamos, acaso, algo infinitamente más valioso que nuestra tranquilidad y que nuestras vidas; el honor de la Patria, el claro nombre de México? .Por comparación con los elementos que luchan para destruir la civilización del hombre, la impresión de lo desproporcionado de nuestras fuerzas se contrarresta cuando se considera que, entre nuestras armas, se encuentran el ideal, el derecho y el amor de la libertad, por los cuales estén combatiendo también, las grandes y las pequeñas democracias del mundo.

La actitud que México toma en la presente eventualidad tiene como base el hecho de que nuestra determinación emana de una necesidad de legítima defensa. Conocemos los límites de nuestros recursos bélicos y sabemos que dada la enormidad de las masas internacionales en pugna, nuestro papel en la actual contienda no habrá de consistir en acciones de guerra extracontinentales, para las que no estamos preparados. Nuestras fuerzas, por consiguiente, no se dispersarán; pero responderemos a los intentos de agresión de los adversarios manteniendo a todo trance la integridad del país y colaborando enérgicamente en la salvaguardia de América, dentro de la medida en que lo permitan nuestras posibilidades, nuestra seguridad y la coordinación de los procedimientos defensivos del Hemisferio.

Durante años, hemos tratado de permanecer ajenos a la violencia. Pero la violencia ha venido a buscarnos. Durante años, nos hemos esforzado para continuar nuestra propia ruta, sin arrogancias ni hostilidades, en un plano de concordia y de comprensión. Pero las dictaduras han acabado por agredirnos. El país está enterado de que hemos hecho todo lo posible por alejarlo de la contienda. Todo: menos la aceptación pasiva del deshonor.

Señores:

Sean cuales fueren los sufrimientos que la lucha haya de imponernos, estoy seguro de que la Nación los afrontará. Los ilustres varones cuyos nombres adornan los muros de este baluarte de nuestras instituciones democráticas garantizan, con el testimonio de su pasado, la austeridad de nuestro presente y son la mejor promesa espiritual de nuestro futuro.

De generación en generación, ellos nos trasmitieron esta bandera que es símbolo espléndido de la Patria. ¡Qué ella nos proteja en la solemnidad y gravedad de esta hora en que México espera que cada uno de sus hijos cumpla con su deber!


Fuente: “ Cananea, la Guerra y la Buena Vecindad” por Humberto Monteón González, Gabriela María Luisa Riquelme Alcantar y José Luis Tenorio García

lunes, 27 de mayo de 2013

Decreto del Congreso mexicano que declara el estado de guerra entre Alemania, Italia y Japón ( 1 de junio de 1942)



Manuel Ávila Camacho, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos a sus habitantes sabed:

Que el Honorable Congreso de la Unión se ha servido dirigirme el siguiente:

DECRETO

El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos decreta :


Artículo Primero. Se declara, que a partir del 22 de mayo de 1942 subsiste un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón.

Artículo Segundo. El Presidente de la República hará la declaración correspondiente a las notificaciones internacionales que procedan.

TRANSITORIOS

Artículo Primero. Esta Ley entrara en vigor a partir de su publicación en el Diario Oficial.
Artículo Segundo. La presente Ley será dada a conocer en la República por medio de Bando Solemne.
Artículo Tercero. Esta Ley y la declaración presidencial a que se refiere al artículo anterior, entrarán en vigor a partir de su publicación en el Diario Oficial.

Emilio Gutiérrez Roldán, Diputado Presidente, Fernando Magro Soto, S.P Manuel Gudiño D, Alfonso Gutiérrez Murria, S.S. Rúbricas.

El cumplimiento de lo dispuesto por la Fracción I del Artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y para su debida publicación y observancia expido el presente Decreto el día 1° de junio de 1942. Manuel Ávila Camacho. El Secretario de Estado y del Despacho de Gobernación, Miguel Alemán. Rúbrica. El Secretario de Estado y del Despacho de Relaciones Exteriores. Ezequiel Padilla. Rúbrica. El Secretario de Estado y del Despacho de la Defensa Nacional, General Pablo Macías Valenzuela.


Fuente: “ Cananea, la Guerra y la Buena Vecindad” por Humberto Monteón González, Gabriela María Luisa Riquelme Alcantar y José Luis Tenorio García

viernes, 17 de mayo de 2013

Parte del Gral. Jesús González Ortega al Ministro de Guerra ( 17 de mayo de 1867)




Cuerpo de ejército de Oriente.- General en jefe. –Ciudadano ministro de guerra .- Con esta fecha y ahora que son las cuatro de la mañana, digo al general en jefe del ejército francés, lo siguiente:

“Señor general:- No siéndome ya posible seguir defendiendo esta plaza por falta de municiones y víveres, he disuelto el ejército que estaba á mis órdenes y roto su armamento, incluso toda la artillería. Queda, pues, la plaza á las órdenes de V. E. y puede mandarla ocupar, tomando si los estima por conveniente, las medidas que dicta la prudencia, para evitar los males que traería consigo una ocupación violenta, cuando ya no hay motivo para ello. El cuadro de generales, jefes y oficiales de que se compone este ejército, se halla en el palacio de gobierno, y los individuos que lo forman, se entregan como prisioneros de guerra. No puedo, señor general, seguir defendiéndome por más tiempo; si pudiera no dude V.E. que lo haría.  Acepte V.E. etc “

Lo que transcribo á vd. para conocimiento del magistrado supremo de la República, á quien espero se sirva vd. manifestar: que el ejército, cuyo mando tuvo á bien encomendarme, se defendió cual correspondía al honor y decoro de la República, y que habría continuado haciéndolo , si no se hubiera interpuesto para verificarlos, una absoluta imposibilidad física, pues hace días que había consumido todos sus víveres y las pocas municiones que le quedaban, en los rudos ataques que sufrió últimamente y en los que afortunadamente no perdió un solo reducto.

Creo, señor ministro, haber llenado los deseos del gobierno supremo y cumplido con los deberes que me imponían el honor y el encargo que se me confiera; mas si así no fuere, con gusto me sujetaré á un juicio tan luego como quede en libertad, pues dentro de algunas horas estaré ya con el carácter de prisionero.

Libertad y reforma. Cuartel general en Zaragoza , Mayo 17 de 1863.- J. G. Ortega .- Ciudadano ministro de la guerra.- México 





Fuente:  “ Parte general que da al Supremo Gobierno de la Nación respecto de la defensa de la Plaza de Zaragoza” - Jesús González Ortega (1863)

miércoles, 15 de mayo de 2013

Proclama del Gral .Mariano Escobedo a sus soldados ( 15 de mayo de 1867 )




Mariano Escobedo, general de la República Mexicana en Jefe del Cuerpo de Ejército del Norte y mandando las tropas sobre Querétaro.

A vuestro valor, constancia y sufrimientos debe la República uno de sus triunfos, la mayor que se ha obtenido en la larga lucha que la Nación ha sostenido contra los invasores y sus cómplices. La ciudad de Querétaro, el más fuerte baluarte del Imperio, después de una heroica resistencia de dos meses, digna de mejor causa, ha sucumbido. Fernando Maximiliano, el titulado Emperador, Miramón, Mejía, Castillo y un sinnúmero de generales, jefes y oficiales con toda la guarnición son nuestros prisioneros.

Faltaría a mis deberes de soldado, y traicionaría mi conciencia de hombre libre, de mexicano leal si callara vuestros heroicos hechos, y vuestros más heroicos sacrificios. Con la fe del soldado que defiende la independencia, sin alimentos y muchas veces sin cartucho, desafiabais la muerte combatiendo sin cejar, con numerosas tropas de traidores y extranjeros , provistas con toda clase de elementos de guerra, perfectamente fortificadas y mandadas por los mejores generales del antiguo ejército que por desgracia faltaron a sus deberes aliándose con los invasores, y sosteniendo hasta la última hora al extranjero, que otro extranjero, el emperador de los franceses, quiso colocar en un trono erigido con las bayonetas de sus soldados; pero éstos ya no existen , sus restos han huido a Francia a ocultar sus vergüenza, cargando con las maldiciones de todo un pueblo, y llevando la triste nueva de que más de una mitad de sus camaradas pagaron con su sangre los caprichos de su amo.

COMPAÑEROS DE ARMAS: -  Nada importa que hombres ambiciosos, aspirantes de mala ley, hayan querido disfrazar vuestros hechos; la veraz historia colocará a cada uno en el lugar que le corresponde y ni los enemigos de la República, ni los que quietos permanecieron en los lugares ocupados por los invasores, contemplando indiferentes su desgracia, se sobrepondrán a los que como vosotros habéis combatido sin tregua ni reposo por los sagrados principios de la Independencia y Libertad.

SOLDADOS.-  En nombre de la República y del Supremo Gobierno, os felicito con toda la efusión de mi alma, y consecuente con el programa que me he trazado, seguiremos hasta finalizar la paz y el orden, y con ellos el provenir de nuestra patria.

¡Viva la República! ¡Viva la Independencia Nacional! Cuartel General en la Purísima, frente a Querétaro, Mayo 15 de 1867.- MARIANO ESCOBEDO

Fuente: “Mariano Escobedo”- Mtro. Israel Cavazos Garza

martes, 14 de mayo de 2013

Tratados de Velasco ( 14 de mayo de 1836 )




Artículo 1º. El Gral. D Antonio López de Santa Anna se conviene en no tomar las armas ni influir en que se tomen contra el Pueblo de Texas durante la actual contienda de Independencia.

Artículo 2º. Cesaran inmediatamente las hostilidades por mar y tierra entre las tropas mexicanas y texanas.

Artículo 3º. Las tropas Mexicanas evacuaran el territorio de Texas, pasando al otro lado del Rio Grande del Norte.

Artículo 4º. El ejército Mexicano en su retirada, no usará de la propiedad de ninguna persona, sin su consentimiento y justa indemnización, tomando solamente los artículos precisos para su subsistencia, no hallándose presente los dueños, y remitiendo al general del ejército texano o a los comisionados para el arreglo de tales negocios, la nota del valor de la propiedad consumida, el lugar donde se tomó, y el nombre del dueño si se supiere.

Artículo 5º. Que toda propiedad particular, incluyendo ganado, caballos, negros esclavos, o gente contratada de cualquier denominación que haya sido aprehendida por una parte del ejército mexicano, o que se hubiese refugiado en dicho ejército desde el principio de la última invasión, será devuelta al comandante de las fuerzas texanas, o a las personas que fueren nombradas por el Gobierno de Texas para recibirlas.

Artículo 6º. Las tropas de ambos ejércitos beligerantes no se pondrán en contacto;  y a este fin el general texano cuidara que  entre los dos campos medie una distancia de cinco leguas por lo menos.

Artículo 7º. El ejército mexicano no tendrá más demora en su marcha, que la precisa para levantar sus hospitales, trenes, etc. y pasar los ríos, considerándose como una infracción de este convenio la demora que sin justo motivo se notare.

Artículo 8º. Se remitirá por expreso violento este convenio al General  de División Vicente Filisola y al General T. J. Rusk, Comandante del Ejército de Texas, y que poniéndose de acuerdo, convengan en la pronta y debida ejecución de lo estipulado.

Artículo 9º. Que todos los prisioneros tejanos que hoy se hayan en poder del ejército mexicano, o en el de algunas autoridades del Gobierno  de México  sean inmediatamente puestos en libertad y se les den pasaportes para regresar a sus casas, debiéndose también poner en libertad por parte del Gobierno de Tejas, un número correspondiente de prisioneros Mejicanos del mismo rango y graduación y tratando al resto de dichos prisioneros Mejicanos que queden en poder del gobierno de Tejas con toda la debida humanidad, haciéndose cargo al gobierno  de México por los gastos que se hicieren en obsequio de aquellos, cuando se les proporcione alguna comodidad extraordinaria.

Artículo 10 º. El Gral. Antonio López de Santa Anna será enviado a Veracruz tan luego como se crea conveniente.

Y para la constancia y efectos consiguientes, lo firman por duplicado las partes contratantes en el Puerto de Velasco a 14 de Mayo de 1836.

Antonio López de Santa Anna
David G Burnet
Jas Collinsworth,
Secretary of State
Bailey Hardeman,
Secy of Treasury
T W Grayson, Atty General




Fuente: "Santa Anna. Espectro de una sociedad"por Agustín Yañez

jueves, 9 de mayo de 2013

Telegramas del Gral. Ygnacio Zaragoza al Ministro de Guerra Miguel Blanco (9, 10 y 12 de mayo de 1862 )




Puebla Mayo 9 de 1862,-Recibido en México á las 11 horas 58 minutos de la mañana.-  E. S. Ministro de Guerra.-El enemigo pernoctó en Amozoc y aun a las 7 de la mañana estaba allí.-Nuestra caballería lo hostiliza constantemente. En cuanto al dinero nada se puede hacer aquí porque esta gente es mala en lo general y sobre todo muy indolente y egoísta; sin embargo, acabo de mandar ver al Sr. Cabrera.-Hoy no he podido completar ni para un día de socorro económico, que importa $3,700 porque solo tiene la comisaría $3,300. La fuerza está sin socorro desde el día 5 y casi sin rancho.-  ¡Que bueno sería quemar á Puebla! Está de luto por el acontecimiento del día 5. Esto es triste decirlo. Pero es una realidad lamentable.—Estoy preparando mi marcha sobre el enemigo; pero acaso no lo pueda verificar oportunamente por falta de recursos.—I. Zaragoza.

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Puebla, Mayo 9 de 1862.—Recibido en México á las 2 horas 45 minutos de la tarde.—E. S Ministro de la Guerra. —Quedo enterado de lo que se sirve disponer el C. Presidente con relación á recursos. Parece que dentro de una hora entregan los $30.000 pesos. El enemigo á las 9 de la mañana permanecía en Amozoc. Espero nuevos partes. Sigo trabajando para moverme pronto. A las 5 de la tarde saldrá un extraordinario con el parte detallado y con otros documentos importantes.— I. Zaragoza.


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Puebla, Mayo 9 de 1862 — Recibido en México á las 9 y 15 minutos de la noche—C. Ministro de. la Guerra.—Hasta las 5 de la tarde no se había movido el enemigo de Amozoc. —Se han recibido diez y seis mil pesos y han quedado en dar el resto mañana á las 8.— I.  Zaragoza.

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Puebla, Mayo 9 de 1862.—Recibido en México á las 9 y 20 minutos de la noche—E. S. Ministro de la Guerra.—Por ahora no son necesarios los servicios del Coronel Vega por falta de colocación.—I. Zaragoza.

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Puebla. Mayo 10 de 1862.—Recibido en México á las 8 y 20 de la mañana.—E. S. Ministro de la Guerra.—No hay novedad hasta esta hora.— Pronto sabré si el enemigo se movió.—En este momento se acaban de reunir los $30,000. Respecto del préstamo de $ 50,000 lo pongo muy difícil;  pero veré que hago. Si fuere posible que el General Mejía se encargara del mando político y militar de este Estado, y el General Tapia fuera el Cuartel Maestre, se haría un positivo bien, pues cada uno es capaz para los empleos mencionados, quedará servido el Estado y el Ejército.—I. Zaragoza

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"Puebla, Mayo 12 de 1862.—Recibido en México á las 8 y 16 minutos de la noche.—E. S. Ministro de la Guerra.—En este momento recibí el telegrama de vd. Ya le digo al General Mejía que vea si puede conseguir dinero en Puebla por letra sobre México El enemigo salió hoy de Tepeaca, pernoctará en Quecholac: voy á hacer un esfuerzo para alcanzarlo el día 14 al amanecer—Se presentó un desertor cuya declaración recibirá vd. por el ordinario de mañana. A las cuatro de la mañana sigo mi marcha.—Amozoc, Mayo 12 de 1862.—I. Zaragoza."



Fuente: " Batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla" por Rafael Echenique

miércoles, 8 de mayo de 2013

Telegramas del Gral. Ygnacio Zaragoza al Ministro de Guerra Miguel Blanco ( 8 de mayo de 1862 )


 


Puebla, Mayo 8 de 1862.—Recibido en México á las 9 horas 30 minutos de la mañana, —E. S. Ministro de Guerra.—Es cierto que nuestros soldados han quitado muchas medallas á los soldados franceses que vencieron.—Hoy dispondré que se recojan y las remitiré oportunamente. Algunos franceses lloraron cuando nuestros soldados les arrancaron sus medallas.—Zaragoza.

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Puebla, Mayo 8 de 1862.—Recibido en México á las 5 horas 15 minutos de la tarde.-E. S. Ministro de la Guerra.-El enemigo se mueve. Dudo aún que sea retirada; pero parece movimiento retrógrado. Se alarmó muchísimo el enemigo cuando le presenté toda mi fuerza á su frente. En este momento rectificaré la noticia- I. Zaragoza.

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Puebla Mayo 8 de 1862 -Recibido en México á las 8 horas de la noche. - E S. Ministro de la Guerra.-La venida de caudales en este momento sería de gran importancia para las nuevas operaciones sobre el enemigo que por fin se retiró.-General Carbajal que está en Amozoc acaba de aprehender una correspondencia que venía de Veracruz. Me ocupo de examinarla para dar cuenta.-El enemigo, que vá con muchas precauciones y desmoralizado, pernoctará hoy á dos leguas de esta y  nuestra caballería lo hostilizará. - I. Zaragoza

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Puebla, Mayo 8 de 1862,-Recibido en México á las 10 horas 55 minutos de la noche. E. S. Ministro de la Guerra.-Creo que será imposible conseguir dinero en ésta: pero mañana daré estos pasos; sin embargo siempre será bueno que salga de esa Capital- Nada me dice vd. de la retirada del enemigo que le comuniqué.-¿Qué no ha recibido vd. este parte? .- I.Zaragoza. 


Fuente: " Batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla" por Rafael Echenique

martes, 7 de mayo de 2013

Telegramas del Gral. Ygnacio Zaragoza al Ministro de Guerra Miguel Blanco ( 7 de mayo de 1862)







Puebla. Mayo 7 de 1862 —Recibido en México á las 7 y 30 minutos de la mañana.—E. S. Ministro de la Guerra.—Ayer se aprehendió un correo del traidor Padre Miranda, conduciendo un papelito que decía lo siguiente: "Sr. Gral. Don José María Cobos.—San Diego de los Alamos,  Mayo 5 de 1862, á las 9 de la noche.—Querido amigo.—El Fuerte de  Guadalupe debe ser tomado esta noche. Sin perder un solo momento y con cuanta fuerza pueda, aunque solo sea caballería, véngase vd. á incorporarse con nosotros.—Francisco Javier Miranda."—Lo que digo á vd. para conocimiento del C. Presidente.—Zaragoza.

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Puebla, Mayo 7 de 1862.—Recibido en México á las 9 horas 25 minutos de la mañana.—E. S. Ministro do la Guerra.—El enemigo forma parapetos en el cerro de Amaluca y otro que a la misma altura forma puerto: tiene sus trenes cubiertos con 1,500 hombres, y 300 que tendrá sobre los carros á nuestro frente. El espera que lo ataquemos, pero esto lo pensaré bien. Fuerzas de los reaccionarios están en Cholula; pero es tal el orgullo de las nuestras que ni les llama la atención, desean que unidos nos ataquen. El General Antilión llegó á las 7 de la noche anterior. La persona que vd. me encarga que esté en la Oficina telegráfica no podrá decirle á vd. sino lo que yo le transmita, de modo que yo tendré cuidado de participar cuanto ocurra de interés para evitar noticias falsas y alarmas que en la traidora cuanto egoísta Puebla circulan. Esta Ciudad no tiene remedio. Hoy remitiré el parte circunstanciado de lo ocurrido el memorable día 5.— Zaragoza.

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Puebla, Mayo 7 de 1862.—Recibido en México á las 9 horas 30 minutos de la noche.—E. S. Ministro de Guerra.—No hay piezas de 24 ni de 16 de sitio; pero tengo de 34, obús largo. Mañana contestaré el telegrama donde se me comunica el decreto del S. Congreso.—I . Zaragoza.


Fuente: " Batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla" por Rafael Echenique

lunes, 6 de mayo de 2013

Telegramas del Gral.Ygnacio Zaragoza al Ministro de Guerra Miguel Blanco ( 6 de mayo de 1862)






Puebla, Mayo 6 de 1862.—Recibido en México á las 8 y 25 minutos de la mañana.—E. S. Ministro de la Guerra.—Acabo de visitar el Hospital y hasta esta hora se han podido recoger 215 heridos; entre ellos 30 franceses.—Según lo que he calculado habrá habido por ambas fuerzas beligerantes una pérdida de 1,200 hombres.—El enemigo después de anoche se ha replegado á su campamento. Lo mismo ha hecho mi fuerza —I. Zaragoza.


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Puebla, 6 de Mayo de 1862.—Recibido en México á las 8 horas 32 minutos de la noche.—E. S. Ministro de la Guerra.—En todo el día de hoy no ha ocurrido novedad notable: El General O'Horan regresó de Atlixco á las 8 de la mañana: se cree que habrá vuelto á Cholula el enemigo reaccionario: el extranjero cambió hoy de campamento, un poco más  retirado al mío.—Entiendo, por todo lo que he visto hoy, que intente mañana un ataque decisivo ó se retire porque no pueda guardar la posición que hoy tiene. El General  Antillón aún no llega: hoy se han quemado 230 muertos del enemigo y aún queda el campo regado.—Zaragoza.


Fuente: " Batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla" por Rafael Echenique

miércoles, 1 de mayo de 2013

Principios esenciales del pensamiento liberal


1.       Afirmación de las libertades fundamentales del hombre.

2.       Abolición de los privilegios económicos y creación de un régimen de igualdad.

3.       Distribución equitativa de la tierra y fraccionamiento de latifundios.

4.       Libertad de enseñanza y fundación de la escuela laica.

5.       Libertad de conciencia y de pensamiento.

6.       Tolerancia de cultos.

7.       Libertad de imprenta.

8.       Separación de la Iglesia y del Estado.

9.       Consagración de la forma Federal , Republicana y Representativa.

10.   El sufragio popular dentro de un régimen democrático.

11.   Abolición de las trabas para el desarrollo del comercio y de las comunicaciones.

12.   Intervención de la clase india y mestiza en la dirección de los negocios del Estado.

13.   Elevar y mejorar la condición de vida de nuestro pueblo humilde , principalmente la del indígena. Crear, en suma, la nacionalidad mexicana.

Fuentes:

“Liberalismo en Acción” – Antonio Huitrón
“Ignacio Zaragoza. Evocación de un héroe” – Guillermo Colin Sánchez